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Evelyn perez

¿Cómo reconocer a los verdaderos amigos?

¿Cómo reconocer a los verdaderos amigos?

Proverbios 17:17 dice: "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia." Esto nos señala una característica fundamental de un verdadero amigo: la fidelidad. "En todo tiempo ama el amigo".

La amistad –como todas las cosas verdaderas– no se halla en el mundo. O difícilmente. La amistad en el mundo suele sustentarse sobre intereses particulares, sobre conveniencias. La verdadera amistad, en cambio, es una confraternidad. Es decir, es la relación "de hermanos" que se produce entre personas sin parentesco de sangre.

Este es el "amor fraternal" que Pedro pone casi al final de la escalera de las virtudes cristianas (2 Ped.1:5-7). Es el amor de hermanos que da su característica a la iglesia de Filadelfia.

Ahora bien, una de las características de este amor es su fidelidad. Este amigo no te abandona en el día malo, o cuando tú ya no eres próspero. No te desconoce cuando has perdido tu buena posición económica. Al contrario, este amigo fiel te levanta cuando has caído, y te socorre en la aflicción. "Es como un hermano en tiempo de angustia." Precisamente es en el dolor es cuando la amistad es probada. Si es verdadera, el tal amigo será más noble, más desinteresado, y más generoso precisamente en ese momento.

Otros rasgo que caracteriza al verdadero amigo está dado en Proverbios 27:6: "Más se puede confiar en el amigo que hiere que en el enemigo que besa" (Versión Popular). El verdadero amigo "hiere". ¿Qué significa eso? Que el verdadero amigo nos dirá la verdad aunque nos duela. Nos sacará de nuestro engaño, nos derribará de nuestras presunciones, pondrá una nota de cordura en nuestros momentos de necedad. El verdadero amigo se expone, incluso, a ser incomprendido, pero por causa de que su amor es altruista y desinteresado, dirá la verdad, aunque duela.

Los falsos amigos nos adulan, nos palmotean la espalda, sólo con el fin de obtener algún provecho. Es preciso estar apercibidos contra tales artimañas, para no caer en el engaño.

El Señor Jesús es el mejor amigo del hombre. El dijo a los discípulos: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (1 Juan 15:15). El murió por todos los hombres, para salvarlos de la condenación eterna. Esa es la prueba de amor genuino. Pero, aun más allá, a sus íntimos, a los que le han recibido y le aman, Él los honra tremendamente al declararlos sus amigos. Estos deberían sólo conocerle como Señor, porque no olvidan su pequeñez, sin embargo, ellos saben en lo íntimo de su corazón que, si hacen su voluntad, pueden considerarle su amigo. ¿No es maravilloso?

Juan 13:1 dice: "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin." Esta última frase puede traducirse también "hasta el extremo", o "hasta lo sumo").

El verdadero amigo ama hasta el fin, hasta lo sumo. ¿Qué significaba eso para el Señor Jesús? Amar a sus amigos hasta dar la vida por ellos. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13). Este es el verdadero amor fraternal. Teniendo este ejemplo sublime, podemos ver si calza con él cualquier otra forma de supuesto amor o amistad. Habiéndolo probado en nuestra propia vida, podremos distinguir claramente cuál es el la amistad verdadera, y cuál no lo es.

¿Cómo salvarme de la influencia de mis compañeros?

¿Cómo salvarme de la influencia de mis compañeros?

  ¿De qué tipo de compañeros quisiera zafarse un joven creyente?

Obviamente, no se trata de todos los compañeros, sino de aquellos que son contrarios a su caminar cristiano, esos que le hostigan, que le oprimen, que le inducen a participar de sus risas, de sus juegos, de sus bromas, y de sus tinieblas; en fin, de aquellos que le inducen a apartarse del Señor.

Confesando al Señor

¿Cómo zafarse de ellos? La respuesta es una y muy simple: Confesando el nombre del Señor cuando se presente la oportunidad de hacerlo.

Cuando ellos vean que tú no dices groserías, que no cuentas chistes obscenos, que no vas a sus fiestas, ellos van a preguntar. Entonces, cuando alguien te pregunte, le dirás: “Mira, yo no te condeno a ti porque hagas eso; tú eres libre de hacerlo. Pero, ¿sabes?, yo tengo en mi corazón algo: no es una prohibición de hacerlo, sino que, sencillamente, no tengo deseos de hacerlo, porque tengo al Señor Jesús en mi corazón y su vida en mí me hace feliz. Yo no necesito de aquello de lo cual tú participas.”

Esto es hacer lo que Pedro enseña, que debemos presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros. (1ª Pedro 3:15). No con soberbia, ni tampoco con temor. ¿Cómo entonces? Con mansedumbre y reverencia.

Si tú haces así, por un lado, te libras de ellos, pero no alejándolos, no condenándolos, sino permitiendo que ellos mismos se alejen, que ellos se den cuenta de que hay una diferencia. Y ellos van a respetar esa diferencia. Luego, tampoco te pongas grave con ellos, si es necesario, en algún momento, reírse, ríete. Hay cosas acerca de las cuales tú podrás reírte con ellos, y hay otras en que no sentirás deseos de hacerlo. Tienes que tener un criterio, porque hay cosas de las cuales sencillamente no te vas a poder reír. Si te preguntan algo, no los mires en menos, sino háblales con humildad y mansedumbre.

Tú no tienes que hablarles con una actitud de: “Aléjense de mí, porque ustedes son pecadores y yo soy santo”. No; no es esa la forma. Si tú haces eso, sea tan explícito o más suave, lo único que vas a ganar va a ser un epíteto de “santulón” y vas a levantar una barrera entre tú y ellos. No te van a querer escuchar, ni te van a considerar, más bien te van a tener por un fanático.

¿Como se tiene que producir, entonces, esta necesaria separación entre tú y ellos? La separación se va a producir espontáneamente cuando tú confieses el nombre del Señor con sencillez, pero con firmeza.

Si tú no confiesas el nombre del Señor y decides ser un creyente secreto, no podrás establecer los límites en tu relación con ellos. Ellos te considerarán como uno de ellos, de modo que cuando pequen o mientan, pensarán que tú estás del lado de ellos. Tú sabes en tu corazón que eres de Cristo y que no debes participar de sus tinieblas, pero lo haces, con lo cual disgustas al Señor y tienes problemas con tu conciencia. No agradas al Señor y tienes problemas contigo mismo.

Al principio podrás inventar excusas para no ir con ellos, pero como la presión continúa, tendrás que mentir una y otra vez para no ir con ellos. En cambio, si tú confiesas una o dos veces en el principio, dejarán de molestarte.

Por otro lado, si no confiesas al Señor, ¿cómo te sentirás cuando ellos hablen mal de Él y tú no puedas defenderlo? Parecerá como tú confirmas sus palabras, y te sentirás como un traidor. Confesar al Señor en un ambiente hostil puede ser difícil, pero más difícil es tener que callar cuando tú debieras hablar.

Sirviendo en amor

Junto con confesar tu fe, tú les demostrarás afecto, y tendrás un verdadero interés por ellos.

Tú tienes que estimar a tus compañeros y bendecirlos. Mateo 6:44 dice: “Bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” Si esto dice el Señor acerca de lo que debe ser nuestra actitud hacia los enemigos, ¿cuánto no será con nuestros compañeros de estudio? Tu actitud hacia ellos, tiene que ser de amor, de misericordia, y tienes que estar dispuesto a tenderles la mano cuando sea necesario.

Tú sabes, en el mundo hay amistades, muchas amistades. Para todas las correrías que ellos hacen tienen muchos amigos; pero, en el fondo, ellos están profundamente solos, amargados y tristes. Ellos no tienen al Señor.

En sus hogares tampoco está el Señor. Los problemas en sus hogares suelen ser terribles. Muchas veces ellos ríen, pero en el fondo arrastran tremendos dramas. Así que cuando veas un compañero solo y triste, tú debes acercarte y preguntarle: “¿Qué te pasa? ¿te puedo ayudar?”. Debes buscar oportunidades para ayudar, no para condenar; para tender una mano, no para juzgar.

Cuando ellos vean que ser cristiano no es asumir una postura de santulonería, de gravedad afectada, de prepotencia o presunción, sino que es estar disponible en caso de necesidad, ellos no sólo van a dejar de molestarte, sino que van a ser ganados para Cristo.

De tal manera que a la pregunta de ¿cómo puedo zafarme de la influencia de mis compañeros?, la respuesta es bien clara: Confesando al Señor, pero no con una actitud de juicio, sino mostrando una calidad de vida tal que ellos se den cuenta que lo que tú tienes es muy superior a lo que tienen ellos; y, al mismo tiempo, estando dispuesto cuando ellos necesiten de ti.

¿Cómo escoger una carrera o profesión?

¿Cómo escoger una carrera o profesión?

 

¿Cómo escoger una carrera o profesión?

El mundo hoy corre tras el dinero, tras la fama, tras la ganancia fácil, tras una vida cómoda, llena de recursos y de bienes. Salomón fue un rey que lo tuvo todo. Si tú lees Eclesiastés (2:4-11), y haces una enumeración de todas las cosas que quiso tener y que tuvo, hay un montón de cosas espléndidas. Pero al final dice, en conclusión: "Todo eso es vanidad y aflicción de espíritu". Luego dice también, al terminar el libro, que no es bueno llenarse de muchas letras, porque es fatiga de la carne. (12:12).

En 1ª de Timoteo 6:6 dice: "Y por causa de la ciencia, algunos se extraviaron de la fe". Dice en otro lugar la Escritura, que tenemos que huir de las huecas sutilezas y filosofías engañosas (Col.2:8). Dice también que es necesario buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, y que todas las demás cosas serán añadidas (Mat.6:33).

Por lo tanto, ¿qué carrera debes escoger? Por favor, si tú amas al Señor, si quieres servir al Señor, no busques aquella carrera que porque te entrega más dinero, tengas que correr el riesgo de apartarte del Señor, de llenarte de riquezas y de cosas que te vayan a apartar de la fe.

Les sugerimos a los jóvenes que tienen inclinación por el área humanista: Eviten estudios como filosofía o antropología. No es que un cristiano no pueda salir adelante estudiando eso, pero ¿sabes? va a ser un tremendo escollo para la fe, y vas a tener que luchar, y va a ser fatigoso para ti, va a ser triste el tener que estar con todas las pruebas, con todas las materias, con todas las asignaturas, contestando cosas que no crees, que atentan contra tu fe, contra tus principios. Y al fin, de tanto leer a este y al otro, es posible que les ocurra como con muchos ha ocurrido: que la falsamente llamada ciencia los envuelva y los aparte de la fe.

¿Cuántos jóvenes hay en este día, que ayer amaron al Señor y estuvieron llenos de deseos de servirle, y que hoy tienen un excelente título, tienen lujosas casas, tienen hermosos autos, pero ellos están absolutamente muertos para Dios, están fríos? Ellos se han apartado. ¡Que no te ocurra a ti! Por lo tanto, ¿qué carrera debes escoger?

Debes escoger una carrera (y una profesión)

que, en lo posible, te permita servir al Señor, que te ayude, que te entregue algunas herramientas, que te permita tener tiempo libre, que no te esclavice mucho, que no sea una carrera en la cual tus principios van a ser permanentemente atacados o vulnerados, y también una carrera en la cual tú no encuentres ningún peligro, ningún riesgo de llegar a olvidarte del Señor.

Conocemos casos en los que el Señor ha tenido misericordia y ha socorrido a padres de familia que han orientado a sus hijos en este sentido, y el Señor ha entregado su respaldo, cuando tú haces algo por amor al Señor, cuando tú renuncias a algo por amor al Señor, entonces Dios te abre las ventanas de los cielos para bendecirte.

Entonces, no elijas una gran cosa, por favor no pongas la mira en las grandes cosas, puedes ser más modesto, pero, ¿sabes? No estamos en tiempos para dedicar las 24 horas del día a los estudios, estamos en un tiempo en el cual tú tienes que prepararte para la venida del Señor. El Señor viene pronto, de tal manera que si tú, hermano amado joven, estás en condiciones de renunciar a algo de ti mismo, de tu vida, de tus aspiraciones, de tus grandes anhelos, por causa del Señor, vas a tener un gozo y una recompensa muy grande.

No es que tú tengas que dejar los estudios, o estudiar lo que no te gusta sólo por obedecer este consejo. No decimos que lo dejes todo así forzosamente, no. Pero de acuerdo a tu fe, de acuerdo a tus posibilidades, si tú amas al Señor, si tú quieres servirle, en fin, escoge algo que no te perturbe, que no te aparte, que no te enrede, que no te envanezca, y que te permita servir al Señor y esperarle, porque Él viene pronto, amén.

¿Cómo puedo llevarme bien con mis profesores?

¿Cómo puedo llevarme bien con mis profesores?

 

¿Cómo puedo llevarme bien con mis profesores?

Este es un problema más o menos serio, en algunos casos.

Bueno, te vamos a contar parte de nuestra experiencia. Uno de nosotros, Eliseo, hizo clases durante unos 14 años a adolescentes y jóvenes, y la verdad es que él conoce la realidad desde el otro lado.

Así que, vamos a oírle a él ahora.

"Al decirles algunas cosas, voy a ponerme en tu lugar. Lo básico en este asunto parte de lo siguiente: El profesor representa, en el Colegio, la autoridad de Dios, y él merece todo el respeto. Así como el padre y la madre representan la autoridad de Dios en el hogar, el profesor la representa en la Escuela. De manera que este es, para los jóvenes creyentes, un asunto espiritual, que conlleva una demanda espiritual. Los creyentes están llamados a vivir la vida cristiana más alta en el hogar y en la escuela. Si tienen claro esto, tendrán la actitud correcta hacia sus profesores, los respetarán, y no tendrán mayores problemas."

"Por otro lado, tú no vas a ganar absolutamente nada con "echarte encima" ("provocar la enemistad de") a los profesores. Eso es una cosa que tiene que quedarte muy clara: Difícilmente el profesor va a perder. Él tiene años de trayectoria, tiene estudios más avanzados que tú, y tiene la autoridad: lo tiene todo para ganar."

"Tú eres uno entre mil en la vida de ese profesor, pero para ti lo que ese profesor te pueda enseñar (o dañar) es tremendamente importante. La calificación que él te va a poner, es muchísimo más valiosa para ti que para él. Para él, tú puedes ser sólo un número más; en cambio, para ti ese número (o letra) que él te ponga tiene un tremendo valor. ¿Se dan cuenta que es absolutamente necio "hacer fuerzas" con el profesor? "

"El sistema está dado y está hecho para que siempre ese juego lo gane el profesor. Y aun supónte que en algún momento el alumno le gane, ¡ya, le ganó!, el curso lo aplaudió, el profesor quedó un poco avergonzado (o molesto), pero, ¿qué más ganó el alumno aparte de eso? Nada más. Por el contrario, después, tal vez vengan consecuencias, quiéraslo o no."

"Probablemente ese profesor no sea un cristiano, así que no va a tener la capacidad de perdonarte a ti por lo que le hiciste, y buscará la manera de perjudicarte. Porque él es un hombre, un hombre que se sintió herido, que se sintió avergonzado y humillado por ti delante de muchos jóvenes, ¿cómo podría después favorecerte? Él no te va a pagar a ti bien por mal, difícilmente, a menos que sea un creyente."

Veamos algunas citas bíblicas que te pueden ayudar.

Eclesiastés 7:9 habla de no enojarse, de que no es sabio, de que es tonto enojarse. Un alumno que se enoja contra su profesor, es un alumno que no es sabio; hay que reprimir la ira, hay que entregar el asunto al Señor si es que se ha sido objeto de alguna injusticia.

En Santiago 3:12 se habla acerca de tener control sobre la lengua y sobre las palabras. Nosotros nos exponemos muchísimo por causa de la lengua. Ella puede sembrar cosas que después no podremos remediar del todo. Que tu lengua esté controlada, y que con ella hables bien de tus profesores.

En 1ª de Pedro 2: 18-19 se habla acerca de que es necesario, no solamente tener respeto con los superiores que son buenos y afables, sino también con los que son difíciles de soportar, "Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente".

Es posible que más de alguna vez tú hayas sufrido injustamente. Pero ¿sabes? El Señor mira todas las cosas y Él es poderoso para hacer que si un profesor te perjudicó con un punto en una prueba, haya otro después que te bonifique un punto, y tal vez dos puntos; y el Señor te dará gracia para contestar esa pregunta que tú no sabías, y con esa pregunta ganaste diez puntos, y cosechaste el 10 por 1 de lo que perdiste con aquel punto que el profesor te perjudicó.

¿Te das cuenta que hay Uno que te hace justicia arriba, no es necesario que tú te la hagas? Y después, cuando tengan Consejo los profesores, y analicen la situación de cada alumno, entonces ellos dirán: "Ese chico, esa chica, es esforzada, respetuosa". Una de las cosas que más aprecian los profesores es la actitud de respeto hacia ellos. Puede haber un alumno muy inteligente, muy capaz, pero si es un alumno grosero, impertinente, entonces los profesores lo tienen en muy baja estima.

Amado hermano joven, ¿te ganarás la enemistad de tus profesores? No, por favor, no lo hagas. Si has sufrido injustamente, ponlo todo en las manos del Señor, y ten una actitud mansa. Y si en algún momento tienes la posibilidad de plantearte, hazlo con mansedumbre, con mucho respeto, ¡y en privado!. Por favor, no discutas con un profesor en público, no recrimines a un profesor en público, pide hablar con él, en privado, así él no se va a sentir ofendido y humillado delante de otros.

Una de las cosas que el profesor valora es que su autoridad no sea amenazada. Si hay una persona en el mundo que sabe acerca de la autoridad, de cómo funciona, de cómo tiene que ser respetada, ese es el profesor.

Aquí tenemos un ejemplo: ¿tú recuerdas cuando David pecó? David cometió un pecado grave, en aquel tiempo él era el rey, era poderoso, ¿quién se atrevería a ir donde el rey y decirle: "Mira, rey, pecaste, arrepiéntete, Dios te ha sorprendido en una falta, tienes que arrepentirte?" ¿Quién se atrevería a ir donde el rey David y decirle como le dicen algunos alumnos a sus profesores: "¡Profe, usted se equivocó!".

La única persona que podía decirle eso a David era Natán, el profeta, y pese a que Natán era profeta de Dios, un hombre sabio y con la autoridad del Cielo, ¿sabes?, él no fue a decirle: "Rey, pecaste", sino que llegó allá con mucha humildad, y le contó una historia, una pequeña parábola: "Había un hombre que tenía una sola ovejita, había otro hombre que tenía muchas ovejas, y en vez de tomar de lo suyo que tenía en abundancia fue y mató la oveja, la única oveja que ese hombre tenía, ¿qué castigo crees tú que merece el que cometió tal acción?. Entonces el rey le dice: "Ese hombre merece la muerte", y en ese momento Natán le dice: "Oh rey, tú eres ese hombre". Entonces el rey se da cuenta, y se siente sobrecogido y en vez de enojarse con Natán, se humilla delante de Dios.

Nosotros conocemos el Salmo 51, que es fruto de esa humillación de David. Pero Natán no fue así en forma imperiosa, irascible, ni le tiró encima su pecado. No, él preparó el corazón del rey, usó de inteligencia y sabiduría. Cuando tú quieras hablarle a un profesor, o a una persona mayor, en general, sobre todo para hacerle ver alguna supuesta falta que él haya cometido, sé también sabio. No le digas: "Profe, me quitó un punto", sino: "Profesor, ¿por qué no revisa la prueba, por favor? No sé si estoy equivocado y conté mal, pero me parece que hay un problema en el puntaje." O sea, asume que tal vez tú estés equivocado, luego, si los hechos son reales, si el error existió, el error tiene peso por sí mismo; no es necesario que tú le añadas peso, porque eso va a ser ofensivo. Parece que esto está más o menos claro.

Creo en Dios, pero me he alejado de sus caminos

Creo en Dios, pero me he alejado de sus caminos

“Me alejé de Dios...”

“Somos hermanos de Temuco (Chile), y hemos leído todas vuestras revistas. Queríamos hacerles una sugerencia: ¿Podrían poner una palabra para los jóvenes que creen en Dios, pero se han alejado de sus caminos?”

Esta carta la recibimos el 10 de diciembre pasado. Por esos mismos días recibimos otro e-mail de un joven que nos decía: “He dejado de asistir a mi congregación; quiero pedir que me lleven en sus oraciones.”

¿Qué está pasando con los jóvenes creyentes?

Si pudiéramos hacernos oír por ti, que nos escribiste, o por ti, que estás en una situación similar, te diríamos con todas nuestras fuerzas: “¡Estás en un grave peligro! ¡Vuélvete al Señor, inmediatamente!”. Sin embargo, nuestro grito, por desesperado que fuese, no lograría infundir el temor que se debe tener ante un peligro así; a lo más haría que nos creyeses locos.

Pero, ¿qué harías tú frente a un hombre ciego que camina derecho hacia un precipicio? ¿qué harías tú ante un automovilista que corre, en una noche oscura de temporal, en dirección a un puente cortado? El peligro que enfrenta un joven creyente que se ha alejado de Dios no es menor; al contrario.

No se trata simplemente de que alejándote de Dios pierdes el gozo y la paz, sino se trata de que estás en peligro de perder tu vida.

Cuidado con los ‘rápidos’

¿Conoces los rápidos? Hay en Chile, a unos cien kilómetros de Temuco, unos famosos rápidos, los rápidos del río Trancura. Muchos turistas vienen de todo el mundo a disfrutar la emoción de lanzarse en unas pequeñas embarcaciones por una corriente avasalladora, evadiendo a duras penas las rocas y el peligro de volcamiento. La emoción es fuerte, y quienes las buscan, sin duda que las encuentran allí. Sin embargo, estos rápidos no revisten mayor peligro, porque los participantes llevan puestos los equipos de emergencia, y porque al final de la ruta están las aguas del lago Villarrica, mansas y tibias, que reciben a los excitados aventureros.

La corriente del mundo es –especialmente para ti que eres joven– como un rápido. Te ofrece fuertes emociones y está muy ‘en la onda’. Sin embargo, a diferencia de los rápidos del Trancura, la corriente del mundo no tiene resguardos para un cristiano, no hay allí chalecos salvavidas, ni hay un remanso al final del camino. Los ‘rápidos’ de la corriente del mundo tienen un final abrupto y violento, más parecido al de las cataratas del Niágara que a las del río Trancura.

Tú no caes como sobre una alfombra, sino ¡ay! te estrellas violentamente sobre las rocas, en las puertas mismas del infierno.

El peligro de perder la vida

¿Por qué hemos dicho que si te apartas de Dios estás en peligro de perder tu vida? La juventud es, amado joven creyente, la edad de las grandes decisiones. Lo que tú elijas ahora te seguirá para toda tu vida. Sea en el plano sentimental, sea en el plano laboral. En casi todo lo que hagas cuando seas adulto, estarás determinado por lo que hiciste (o no hiciste) cuando eras joven.

He aquí una cosa asombrosa: a la inexperiencia de la juventud, la vida le exige la sabiduría de la vejez para la toma de decisiones atinadas. ¿Quién aconsejará en ese momento? ¿Los padres? No, y aunque lo hicieran, si la sabiduría no está en el corazón del joven, los padres poco podrán hacer para suplirla. Los consejos de los padres, por sabios que sean, no hallarán eco en el joven a menos que dentro de él esté la Sabiduría. ¿Aconsejarán los pastores? Si el joven está lejos de Dios no buscará el consejo de un pastor. Su círculo de amigos le parecerá mejor que el más sabio consejero, aunque su fin sea la muerte misma.

Si eliges mal la esposa (o el esposo); si eliges mal tu profesión, y después quisieras servir al Señor, encontrarías un estorbo difícil de superar. La única posibilidad de no equivocarte en estos importantes asuntos es volviéndote al Señor (antes de que sea tarde) para que Él sea tu sabiduría. Hemos conocido jóvenes que amaban al Señor y tempranamente quisieron servirle; sin embargo, fueron estorbados más tarde, en forma permanente, por una esposa incrédula o por un trabajo asfixiante.

La oveja y el cerdo

Pero hay otro peligro, no menos grave que el anterior: Es la vuelta al pecado y a la inmundicia.

Cuando un hombre se acerca a Dios se aleja del pecado, pero cuando se aleja de Dios se acerca peligrosamente al pecado. Siendo un hijo de Dios, y habiendo conocido la santidad, se ve envuelto en las costumbres de los que no conocen a Dios. ¿Cuál será allí su satisfacción? Allí se sentirá muy desdichado. Una oveja y un cerdo reaccionan de manera diferente en el fango. Un cerdo que se mete en él gruñe de satisfacción y se enoja si intentan sacarlo. Una oveja, en cambio, no va a estar feliz allí, porque no está en su elemento. Va a luchar hasta que logre salir de él.

Un joven lejos de Dios está muy próximo a caer en el barro, a ensuciar sus ropas. Allí no va a disfrutar del sucio placer mundano, porque el Espíritu Santo le redargüirá. No está bien con Dios, pero tampoco estará bien en el mundo.

Su suerte será muy desdichada mientras no vuelva a Dios.

Lo que se siembra, se siega

Las Escrituras afirman: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gál.6:7). La juventud es una época de siembra. Muchos pecados cometidos en la juventud tienen su cosecha de muerte el resto de la vida. Un hijo concebido en la soltería, un accidente físico, un exceso moral, etc, todo ello es una siembra que traerá inevitablemente una cosecha.

Muchos traumas sicológicos que llevan los adultos son el efecto de una dura experiencia juvenil, de un pecado largamente acariciado. Sin embargo, tú puedes sembrar también una buena semilla. La sensatez, la cordura y la sabiduría de Dios pueden guiarte eficazmente para no errar el camino. Tu vida adulta puede tener la paz y el reposo que dan las decisiones sabiamente tomadas cuando tú estás en paz con Dios.

Advertencia e invitación

¿Cuál es, entonces, la palabra para los jóvenes que creen en Dios, pero se han alejado de sus caminos? Es, fundamentalmente, una palabra de advertencia.

Pero no es sólo eso. Es también una palabra de invitación.

La Palabra de Dios dice: “Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Is. 55:6). Y también dice: “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb.4:16). En otro lugar dice: “Acerquémonos con corazón sincero...” (Heb.10:22).

Tú no necesitas hacer méritos antes de acercarte a Dios. Dios sabe que tú no puedes mejorarte a ti mismo, ni tampoco acercarte a él cuando tu corazón está frío y duro.

Pero le puedes hablar sinceramente y decir lo que realmente sientes. Dile que has pecado, que no puedes contigo mismo, que si Él no te ayuda, estarás perdido. Dile sin rodeos todo lo que pasa en tu vida y pídele ayuda. La sangre de Jesucristo está a tu favor, y el Abogado que tienes en los cielos defenderá tu causa. (1ª Juan 2:1).

Si lo haces con sinceridad, recibirás socorro. Dios es tan misericordioso y fiel a su Palabra, que la única manera de no ser ayudado es no pidiendo ayuda.

Con todo, recuerda: Si dejas fuera de tu vida a Dios, entonces las consecuencias pueden ser muy trágicas, y sobre todo, perderás la seguridad, el gozo y la paz que sólo Dios puede dar.

Un siervo de Dios, C.H. Spurgeon dijo: “Si no estás buscando al Señor, el diablo te está buscando a ti.” Y el diablo, que vino para hurtar, matar y destruir, no te busca para hacerte bien. El Señor Jesús, sin embargo, vino para darte vida, y vida en abundancia. (Juan 10:10).

El Salmo 91:1: dice: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. ¿Estás tú bajo el alero de Dios o estás a la intemperie, expuesto a todos los peligros?

Tú sabes que Dios te ama. Esto es una verdad preciosa para ti, ¿verdad? Sin embargo, si tú le has vuelto la espalda, ¿cómo podrá Él defenderte? Si no te quieres poner bajo el abrigo del Altísimo, ¿cómo morarás bajo su sombra?

De ti depende el lugar donde estar. Que el Señor te conceda la gracia para buscar refugio en el Señor Jesucristo.

Deseamos que tú, cuando seas adulto, puedas decir con el rey David:

“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza.” (Salmo 71:5-6).

¿Cómo puedo mejorar mi rendimiento escolar?

¿Cómo puedo mejorar mi rendimiento escolar?

¿Cómo puedo mejorar mi rendimiento escolar?

Lo primero que debes tener en cuenta, amado joven cristiano, es que Dios está interesado en todo lo que concierne a tu vida. No pienses que la esfera de tus estudios es ajena al Señor, o que a él no le compete, que no le interesa, o que en ella no te puede ayudar.

En la presunción propia de la edad, tú tal vez tiendas a separar a Dios de tus estudios. Tal vez tiendas a circunscribir a Dios a una reunión de iglesia, o a un Retiro de fin de semana. Que Dios no es para el Colegio. Esto es un error. Dios está en todo lugar donde están sus hijos. Así como los adultos le llevan a sus trabajos, tú también le llevas a tu colegio o Universidad.

La sabiduría humana que en esos lugares se despliega no es algo que sorprenda a Dios. ¡Lejos de ser así! La mayor capacidad de hombre es una nada delante de Dios. Albert Einstein, el hombre más inteligente de este último siglo, es como un bebé de pecho para Dios, y sus teorías, tan complejas e indescifrables todavía para el común de las gentes, son apenas unos tímidos balbuceos delante del Creador de todo cuanto existe.

De manera que tienes que ver que Dios está en todo lugar, que está contigo donde quiera que vayas, y que Él quiere ayudarte en todas aquellas cosas en que tú debes cumplir. 
                                                                      
El principio de la sabiduría

¿Cómo puedo mejorar mi rendimiento escolar?


Lo primero que ha tener en cuenta el joven cristiano es lo que dice Proverbios 1:7: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová." Si los jóvenes temen a Dios, entonces tienen en su corazón el principio de la sabiduría. El hombre más necio es aquel que mira hacia arriba y dice: "No hay Dios". En cambio, porque los creyentes temen a Dios, ellos son verdaderamente sabios.

Cuatro jóvenes sabios

Para ejemplificar esto que vamos diciendo, tomaremos el caso de Daniel. Daniel 1:8 dice: "Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse". Más adelante, en el versículo 16, dice: "Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres. A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños". Cuando los llevaron al rey, éste los halló mejores que los demás: "En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo el reino" (v.20).

¿Qué vemos aquí? El ejemplo de Daniel nos ayuda a mejorar los niveles de nuestra inteligencia y de nuestra sabiduría en Dios.

Consagración

Lo primero, Daniel hizo un acto de consagración. Él no quiso contaminarse con el mundo, ni con la comida del rey ni con el vino. Él no quiso alegrarse con lo que, delante de Dios, era aborrecible. Luego, Dios vio eso -porque todo acto de consagración que tú hagas Dios lo ve-  y lo tomó en cuenta. ¿Qué ocurrió como consecuencia? A estos muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias.

¿Dios sabe de Física? ¿Dios sabe de Química? ¿Dios sabe de Biología? ¡Sí! Dios conoce todo. Aun conoce los intrincados vericuetos de la más avanzada ciencia. Dios le dio la inteligencia al hombre, ¿cómo no sabrá Él mismo todas las cosas?

Yo te invito a que hagas esto: Cuando tengas problemas en una asignatura, dile al Señor: "Señor, tú conoces este asunto de Álgebra, tú conoces esto (pon ahí todo lo que quieras). Señor, tú lo conoces mejor que mi profesor, por favor, enséñame esto." ¿Lo has hecho? Si lo has hecho, entonces lo has podido comprobar. ¿Verdad? El Señor lo sabe, y el Señor te da la sabiduría.

La respuesta de Dios

En este pasaje de Daniel se dice que el Señor les dio a estos muchachos conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias. No sólo en las cosas espirituales, ¿te fijas?. Las cosas que se enseñaban en Babilonia eran cosas humanas: "letras y ciencias". Allí estaban presentes las dos grandes áreas del conocimiento humano. En Babilonia había un gran desarrollo en ese tiempo. Tú sabes que una de las consideradas "maravillas del mundo", los jardines colgantes, fueron creados allí en Babilonia. De tal manera que no eran gentes ignorantes, y, sin embargo, Daniel llegó a ser el mejor entre ellos. ¿Por qué razón? Porque él se consagró a Dios, él decidió no contaminarse.

¿Quieres ser un buen alumno? ¿Quieres tener un buen rendimiento? Yo te digo: más allá de tu supuesta falta de capacidad en ciertas materias ¡el Señor es capaz de enseñarte, y de sacarte adelante!

Por supuesto, eso no significa que tú te vas a poner relajado y flojo, y vas a decir: "No me preocupo, porque el Señor me va a ayudar". No. Tú debes ser responsable. Dios te dio inteligencia, y Él no hará aquello que tú tienes que hacer, y que puedes hacer. Ahora bien, si tú estás sirviendo al Señor, y si por visitar a un hermano o por participar en las actividades de la Iglesia, por hacer algo que el Señor te demanda a ti en lo espiritual, tú descuidas en algún momento el estudio, tú perfectamente puedes decirle al Señor: "Señor, lo que hiciste con Daniel, por favor, hazlo también conmigo". No alcancé a estudiar lo suficiente, pero creo que tú me puedes socorrer en esto. Hazlo, Señor."

Perder para ganar

En otra oportunidad, les hemos dicho a algunos hermanos jóvenes: "Si tú quieres servir al Señor, tú tienes que estar dispuesto (sobre todo si has sido tradicionalmente buen alumno, si estás acostumbrado a sacarte las mejores calificaciones), si tú amas al Señor, tú vas a tener que estar dispuesto, a veces, a aceptar una calificación inferior, porque el Señor es más importante. Y si el Señor en algún momento te prueba en esto, y te dice: "¿Hasta dónde valgo yo para ti? ¿qué es más importante para ti?" Y entonces, cuando estés en la disyuntiva, elige correctamente, ¡elige a favor del Señor! Tal vez ya no debas aspirar a ser el mejor alumno de la clase, pero ¿sabes?, vas a tener el gozo en el corazón de agradar al Señor y de que el Señor esté contento contigo.

Algunas cosas prácticas

Para mejorar tu rendimiento escolar es preciso, también, que tú consideres algunas cosas prácticas.

Es necesario que tú tengas un lugar apartado, privado, para estudiar. Tú no puedes estudiar en la mesa de la cocina, donde está la mamá preparando la comida, y suele haber música y distracciones: es necesario apartarse.

Es bueno también tener también un horario diario para el estudio, una hora, media hora o lo que sea, según la necesidad.

Es necesario también que tú estudies con otros. En Proverbios 27:17 dice: "Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo". ¿Qué significa este extraño versículo? Podemos decir simplemente esto: que cuando hay dos personas, las cosas se hacen mejor, y uno a otro se ayudan. En el estudio, es importante estudiar de a dos o de a tres, sobre todo en la Universidad. Tú no puedes aislarte y decir: "Yo lo puedo hacer solo". Es necesario también reconocer que entre varios se pueden conocer mejor las cosas y cuando hay varios, todos pueden hacer su aporte. En fin, hay un mayor avance.

Dios quiere que tú seas un buen estudiante, responsable e inteligente. Para ello, tú no estás solo, para que no desmerezcas tu condición de hijo de Dios (si no eres muy aventajado), y para que tampoco te dejes cautivar por el oropel del conocimiento humano (si eres un buen estudiante). Para que en todo el Señor Jesucristo sea glorificado en tu vida. En toda tu vida. Amén.

¿Por qué mis padres no me dan más libertad?

¿Por qué mis padres no me dan más libertad?

Lucas 16:10 dice: "El que es fiel en lo poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto."

Supón que tu padre te manda a hacer la cama y tú no la haces, él bien te podría decir:

"Hijo, ¿cómo voy a confiar en ti, si te mando a hacer la cama y no la haces? ¿Cómo voy a confiar que, sin que yo te vea, tú vas a hacer lo que te digo? Vas a estar lejos de mí. Si te mando a hacer algo pequeño y no lo haces. ¿Voy a confiar en ti?"

El que es fiel en lo poco, es fiel también en lo mucho. Si tú obedeces en lo poco, el papá va a tener confianza en forma progresiva para ir confiando más. En algo tan simple como hacer la cama u ordenar tu pieza o levantarte a la hora que se te pide, y cumplir con las tareas del colegio. Al ser fiel en lo poco vas ganando "puntaje."

La libertad es un asunto que se va ganando con la madurez, con la responsabilidad con que se asumen los compromisos presentes.

La edad es un factor importante a la hora de reclamar libertad, porque con la edad viene la madurez.

Nadie puede exigir más libertad si no hace buen uso de la que tiene en sus manos. La libertad no depende, en realidad, de tus padres, sino de ti.

¿Como soportar mis aflicciones?

¿Como soportar mis aflicciones?

 

¿Cómo soportar mis aflicciones:

 Las aflicciones, lo mismo que la soledad y la timidez, no debemos considerarlas siempre como un mal. Al contrario. Cuando leemos los salmos de David, encontramos allí a un hombre que vivía casi continuamente en aflicción.

Sus gritos de auxilio son a veces desgarradores y pareciera que se hunde definitivamente. Sin embargo, luego lo hallamos en la cumbre de la alabanza, del gozo y la gloria.

Si no has sufrido aflicciones en Dios, entonces tú nunca disfrutarás su consuelo, y su gozo.

El Señor llevó a Israel al desierto con el objetivo de "afligirlo", para probar y saber lo que había en su corazón. En la aflicción nuestra fe es purificada. Es quitada la escoria, y todo aquello que no es oro. Allí también se ve cuán firme es el fundamento en el que estamos parados.

La aflicción da lugar a la fortaleza interior. Una persona que nunca ha sufrido de verdad, no tiene mucho temple. Su carácter no es confiable, porque se puede "desmoronar" en cualquier momento.

De manera que hay muchas cosas en nosotros que no necesariamente deben ser quitadas. Más bien, es preciso habituarse a convivir con ellas.

Definitivamente, Dios nos hizo así como somos, y nos hizo bien. Estamos contentos con nuestra forma de ser, aun con nuestras debilidades, porque cuando somos débiles, entonces somos fuertes.